sábado, 10 de mayo de 2014

En el cielo se está muy bien, pero no hay restaurantes ni cuartos de baño


¿Y si el verdadero regalo fuese estar vivo?, ¿y si en realidad la vida en sí ya es el premio gordo?, estar aquí, tener un cuerpo, emociones, sensaciones...

Llevo muchos años entrenando, meditando y haciendo prácticas para llegar a experimentar la conciencia pura...

El otro día, gracias a la ayuda de mi maestro... pude experimentarla por unos segundos.... fue una experiencia increíble... la nada, el vacío, paz infinita, unidad absoluta, luz... sin mente... ¡¡¡guauuuu!!!...esa sensación se ha quedado conmigo, es mi esencia,  puedo volver a ella cuando quiera y ahora sé que volveré ahí cuando muera.... es eterna e inmutable...

Pero la verdadera revelación fue percibir que lo que no es eterno y lo que es cambiante es este cuerpo, es este privilegio de estar viva...  Poder pensar, conversar, expresarme,  imaginar, crear, sentir el sol calentando mi piel, los sonidos de la vida, la respiración en cada segundo, el agua corriendo por la cabeza bajo la ducha, el éxtasis de comerse una naranja o ¡¡un bombón de chocolate!!!!,  de poder amar,  sentir alegría, miedo, de poder reir, la sensación de la danza, el abrazo a un ser querido, hacer el amorrrrr....... incluso el dolor y el llanto y la tristeza... todo es disfrutable... y todo es limitado... esto no es para siempre... esto dura un sólo momento.

La vida, en todas sus posibilidades.... todas las pequeñas cosas que constituyen mi día a día... ahí es donde está la verdadera magia, el verdadero sentido... mi cuerpo, mis emociones, mi mente... mi vida... esa es mi religión...

Porque como dijo un sabio maestro Zen... en el cielo se está muy bien, pero no hay restaurantes ni cuartos de baño!!


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